Nuevas Tribus.
Emily Strange, ícono tribu urbanezco
Una forma de diferenciación. Sentido de pertenencia. Una forma de sentirnos únicos y diferentes a los demás. Se dice que para tener conciencia del yo, primero hay que tener conciencia del otro. Es decir, identificando lo que no somos, es el primer paso a saber a donde pertenecemos. Sin embargo, el ser humano, como ser social, busca asociarse con otros semejantes a él. De esta forma los grupos sociales empiezan a destacarse, siendo algunos tan importantes que han trascendido generaciones a través de ideologías radicales y movimientos artísticos de vanguardia.
De cierta forma, la pertenencia a alguno de estos grupos sociales obedece a la idea de ser diferentes a la masa. Ese conjunto de personas que piensan lo mismo y van hacia un mismo rumbo. Es por eso que se les ha conocido por mucho tiempo como contraculturas, es como nadar contracorriente, luchar contra el sistema que va hacia un solo lugar y nos arrastra. Por eso es que son asociados con la adolescencia; época en la vida dónde la rebeldía es nata y llevar la contraria (muchas veces sin razón alguna) es imperativa.
Sin embargo, la diferenciación a través de estas ahora llamadas “Tribus Urbanas” no es más que un espejismo. Es cierto, tal vez no son parte del grupo que se viste de traje todos los días para trabajar, o de aquellos que visitan el “antro” de moda todos los viernes por la noche; pero son parte de un grupo igualmente grande (pero segregado) que tal vez vayan al bar gótico de la Colonia Roma, o que se juntan por las tardes en la glorieta de Insurgentes, o que escucha cierto tipo de música, tan comercial como la escuchada en la radio (partiendo del hecho de que casi todo tipo de música está hecha para vender) En pocas palabras, no son más que parte de un grupo social que va hacia alguna dirección, y que esta tan masificado como la Coca Cola.
De cierta forma, la pertenencia a alguno de estos grupos sociales obedece a la idea de ser diferentes a la masa. Ese conjunto de personas que piensan lo mismo y van hacia un mismo rumbo. Es por eso que se les ha conocido por mucho tiempo como contraculturas, es como nadar contracorriente, luchar contra el sistema que va hacia un solo lugar y nos arrastra. Por eso es que son asociados con la adolescencia; época en la vida dónde la rebeldía es nata y llevar la contraria (muchas veces sin razón alguna) es imperativa.
Sin embargo, la diferenciación a través de estas ahora llamadas “Tribus Urbanas” no es más que un espejismo. Es cierto, tal vez no son parte del grupo que se viste de traje todos los días para trabajar, o de aquellos que visitan el “antro” de moda todos los viernes por la noche; pero son parte de un grupo igualmente grande (pero segregado) que tal vez vayan al bar gótico de la Colonia Roma, o que se juntan por las tardes en la glorieta de Insurgentes, o que escucha cierto tipo de música, tan comercial como la escuchada en la radio (partiendo del hecho de que casi todo tipo de música está hecha para vender) En pocas palabras, no son más que parte de un grupo social que va hacia alguna dirección, y que esta tan masificado como la Coca Cola.
Sentirse diferente es parte de la personalidad de muchos de nosotros, pero es más un sentido de pertenencia lo que nos atrae a algún grupo de estos. Ser parte de algo más grande y con significado (por lo menos para nosotros) que trasciende a diferentes niveles. Tal es el ejemplo de los Emos, el rechazo, odio, violencia y demás menciones, les da presencia, y cierta trascendencia. Al mismo tiempo que se les critica por su falta de profundidad, y de ser un movimiento sin sentido y vacío, se les esta dando la profundidad de una minoría maltratada e incomprendida, casi de mártir; logrando así, su permanencia como Tribu Urbana.
0 Chilangadas:
Publicar un comentario